29/2/12

Palabras nuevas

Necesitamos palabras
porque las serpientes sin ojos devoran todos los érase una vez 
y ya nadie caza lagartijas

Tiene que haber otra manera de hablar del miedo.

Palabras para explicar que el instante ganó a la Historia,
que el olfato ya sólo sirve para hacer metáforas
que la luz siempre es una bombilla rota

Palabras que signifiquen al mismo tiempo
viaje y anestesia
deseo y plástico
silencio y tormenta

Necesitamos palabras 
para empezar de nuevo




25/2/12

Hay que brindar más

Pulso con el dedo índice la bendita (infecta de bacterias) tecla del enter y, en los segundos que tarda en cargarse el radiopatio de la actualidad, contengo el aliento y rezo al dios del frigorífico (libertad religiosa, ¡chitón!)-Hoy no, por Dios, hoy no- pero, malheur, allí están otra vez. El olor fétido de la corrupción, los millones de parados, los políticos vomitando sandeces, los jueces de Bruselas castigándonos contra la pared, Atenas ardiendo en silencio, los desconsolados niños sin mi pupitre nooo, la policía aporreando a jóvenes que blanden libros como espadas, los casposos salivando, las deudas a punto de nieve para el apocalipsis.  La desgraciada, malnacida crisis. Yo resoplo, maldigo al dios del frigorífico que no me da más que yogures y disgustos, musito un ay señor y sigo, haciendo. 

Y como estoy tan harta, busco y recuerdo cosas que hagan que todo este desastre lo sea menos. Como dijo Nacho Vegas, alzo mi copa hacia el cielo en un brindis por el hombre de hoy y por lo bien que habita el mundo. Amigos, hay que brindar más 

Por los ataques de risa de detonante inexplicable que acaban con alguien quedándose sin aire. Por los niños que aprenden a andar con la concentración de un escalador pero se caen de culo cada tres pasos. Por los dibujos de sirenas y de árboles con casas dentro, por los papelitos voladores que contenían secretos políticos y por los que una amiga doblaba haciendo  grullas (las ranas estaban muy vistas), por los emails bíblicos de Liverpool a Madrid, por las  cartas que mi padre me escribía cuando me iba un mes a aprender inglés (aunque aprendía a robar pares de calcetines de South Park porque lo hacía todo el mundo). 


Por los cuentos de naufragios y pastoras con rebaño que decidían cambiar de sexo que escribía con 10 años. Por la cara de susto que se nos quedó a mi hermana y a mí cuando descubrimos que los pollitos rosas que habíamos comprado en el mercado de Villacañas desteñían al cabo de los días. Por las veces que mi abuela dice ¡Si yo no digo nada! después de haber criticado a media familia. Por la expresión de mi otra abuela, ¡Anda la osa negra!, como quien dice, ¡Anda mi madre! Por aquel chiste que nos contaba de unas monjas con serios problemas de incontinencia. Y por el otro chiste de una niña que se llamaba Nocruces y acababa atropellada. Y nosotros, muertos de la risa.

Porque después del calimocho vino el vino y bienvenido sea. Porque a veces bebimos hasta perder el control. Por los planes para cambiar el mundo, tan sólidos como una catedral hecha con una baraja. Por la tarta de manzana y la tortilla de patatas de mi madre. Por las    veces que se pone tan manchega que a su lado Jose Mota es un piltrafilla. Y por cómo se esconde debajo de la manta cuando tiene frío, como un animalillo asustado. Por los gritos de mi hermana cuando le hago cosquillas detrás de las orejas. Por las veces que me pide que le acaricie el pelo hasta que se queda dormida. Porque las dos arrugamos la nariz con el mismo gesto. Por los libros con los que aprendí a soñar y por cómics que leí solo por acercarme un poco a tí. Por los chicos que juegan a las palas en el Sardinero: menos Nadal y más aficionados con el torso sudoroso. Por descubrirte mirándome, por tus ojos medio cerrados un segundo antes del orgasmo. Por los besos tan largos que nos dejaban los labios rojos. Por los besos que he imaginado mil veces. 

Por Misterioso Asesinato en Manhattan, Con Faldas y a lo loco, los Hermanos Marx y  hasta los momentos inconfensables en los que de la vergüenza ajena pasamos a la risa disparatada con Quién quiere casarse por mi hijo (club de fans para los gódicos ya). Por la música de Desayuno con Diamantes, por Robert de Niro, por Hey Jude, por la canción de la Feria del Este, y cómo no ,por el ababaaa bababaraaaan. Por las canciones que me gustaron desde la primera vez, por las que oí por tí, por las que aprendí a escuchar con el tiempo, por las que me ponen la piel de gallina.

Por aquel día que nos perdimos por las calles de Granada siguiendo a unos gallegos. Por las   playas italianas que aparecen después de deshidratarnos. Por aquel hotel de Atenas en el que el dueño nos recomendó, muy serio, regarnos con la manguera. Porque lo acabamos haciendo.Por aquella vez que hiciste 200 fotos a una sola puesta de sol y tenías razón, todas   eran diferentes. Por la habitación en Londres que nos alquiló un búlgaro que repetía a gritos But where is the wardrobe? Por las carreras en calles desiertas con veinte kilos en la espalda y por la vez que andamos en un precipicio sobre el mar. Por las zanahorias que sacabais en cada tren para matar el hambre (sin conseguirlo, claro). Por todos los viajes que nos quedan por hacer. Por vosotros y los que vendrán. Por el futuro aunque esté jodido. Por el amor que está a punto de llegar. Por los bostezos que se contagian y porque, como dijo el maestro, disfruta del día hasta que un imbécil te lo arruine. 



23/2/12

Países invisibles: Guatemala


El infierno maya se llamaba Xibalbá y estaba gobernado por dos jueces supremos, Vucub-Camé y Hun-Camé, que dirigían a los demás asesinos de este mundo de tinieblas. Unos tenían como tarea hinchar a los hombres, hacer que las piernas les supuraran y teñirles de amarillo el rostro; otros se dedicaban a matarles de hambre hasta que no quedaran más que sus huesos y los últimos los desangraban hasta morir. La leyenda cuenta que este ejército de despiadados fue vencido por dos dioses gemelos que lograron engañarles. 

Pero no hace tanto tiempo, en Guatemala, tierra de mayas, esas torturas existieron y todavía no se ha juzgado a los asesinos. Tiburcio, con traje de chaqueta y un campo verde interminable a sus espaldas, cuenta hoy como los militares le ataron las manos a los pies y tiraron, tan fuerte, que se partió por la mitad y las tripas se le salieron del cuerpo.

Guatemala tiene 14 millones de habitantes de los que casi la mitad son indígenas. En la década de los 80, bajo los gobiernos de Fernando Romeo Lucas García, Efraín Ríos Montt y Óscar Humberto Mejía Víctores, 250.000 personas fueron asesinadas. Aproximadamente 6.000 cada año. 45.000 continúan hoy desaparecidas. Un millón y medio de campesinos tuvieron que huir, muchos de ellos al cercano México.  

El periodo más sangriento fue entre 1982 y 1983. Bajo las órdenes de Efraín Ríos Montt, el ejército llevó a cabo una represión sistemática de los indígenas. El Estado justificó la exterminación de más de 400 comunidades mayas argumentando que eran parte de un complot comunista contra el gobierno. Así que  campo a través, los equipos paramilitares atacaron pueblos enteros, matando indiscriminadamente, torturando y violando, quemando viviendas, disparando desde helicópteros a quienes corrían para salvar la vida. Estos dos años teñidos de sangre han sido bautizados como el Holocausto Silencioso. La Comisión de Esclarecimiento Histórico de las Naciones Unidas (CEH) reconoció explicitamente en 1999 que había sido una exterminación en masa de indefensas comunidades mayas, incluyendo a niños, mujeres y ancianos, a través de métodos tan crueles que han indignado a la conciencia moral del mundo civilizado.




Mientras el país se lamía las heridas y abría con sigilo las puertas de la democracia -por más que el olor de la muerte no se borre nunca-, algunas personas, como Rigoberta Menchúintentaron que se juzgara a los responsables de aquella masacre al tiempo que los forenses empezaban a abrir las fosas de la infamia.  Incluso en España el juez Santiago Pedraz de la Audiencia Nacional emitió una orden de arresto contra varios acusados allá por 2007 (esto en la actualidad no podría hacerse, porque el Gobierno de Rodríguez Zapatero decidió limitar el principio de jurisdicción universal

En enero de este año, parecía por fín que la Justicia guatemalteca iba a saldar cuentas con el pasado y, efectivamente, se ordenó procesar, por delitos de genocidio y crímenes de guerra, al exdictador José Efraín Ríos Montt. Pero en solo un mes, la esperanza se ha hecho añicos. Los antiguos militares siguen sujetando los pilares de esta sociedad quebrada. Primero se trasladó al fiscal, como contaba hace poco Ramón Lobo. Y ayer mismo, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de Guatemala retiró a la jueza encargada del caso, Carol Patricia Flores, porque la defensa solicitó su recusación por considerar que la magistrada estaba siendo parcial en el proceso.

Las víctimas que sobrevivieron siguen pidiendo que los torturadores pasen lo que les queda de vida en una celda. Pero el actual presidente del país, Otto Pérez Molina, general retirado que llegó al poder prometiendo combatir la delincuencia y el narcotráfico, no ha reconocido todavía públicamente que en la tierra que pisa se planeó y se ejecutó uno de los mayores genocidios de la Historia. Sobre él pesan denuncias no comprobadas de violaciones de derechos humanos en los primeros años de la guerra (1960- 1966).

Seguramente sea iluso esperar que en un futuro cercano los mecanismos de la justicia se vuelvan a activar para condenar a los culpables de esta masacre. Más absurdo es esperar que al resto del mundo le importe lo que sucede en Guatemala, ocupado como está en sobrevivir sin mirar más que las huellas que dejan sus pasos. Pero a
unque soy periodista, siempre me ha costado asumir que algunos países simplemente son invisibles.



Cuenta otra leyenda maya que el dios del viento y la tormenta, Huracán, vivió sobre las aguas torrenciales y repitió sin cesar la palabra "tierra", hasta que la tierra finalmente surgió de los océanos. Así que tal vez merezca la pena rescatar historias del olvido. Puede que así levantemos otro presente. 







Nota al pie de página: El pasado incurable no es la única enfermedad de Guatemala. El país posee la tasa de desnutrición crónica infantil más alta de América Latina y una de las mayores del mundo. La mitad de la población vive en condiciones de pobreza  y el 17% en la total indigencia. Eso no es todo. Junto a México, es uno de lospaíses con mayor índice de femicidios en el mundo. Entre 2000 y 2010 fueron asesinadas por violencia de género 5.200 mujeres en este país, según cifras policiales.

12/2/12

El sudor de los inquietos

En la palma de mi mano cabe un puñado de arena o tus cinco dedos
quietos, tus cinco dedos vivos.
No hay canciones de cuna para calmar el miedo.
Hay árboles que viven siglos en círculos concéntricos y nenúfares
que pasan del azul a las cenizas en un día.

En la estación, toneladas de heridas abiertas caen al suelo
como el cadáver de un gigante, pero nadie se limpia
las manchas rojas y secas.

En la habitación del sexto piso una lista de promesas cuelga de una pared vacía
y unos versos de Machado bailan vals sin lámparas, sin seda.

La piel es el principio y el final del viaje.

No hay un lenguaje universal ni una tierra prometida.
No hay un mundo mejor que el que han cantado.
No hay recompensas para el sudor de los inquietos.
No hay orejas que soporten la rabia de los huérfanos.

Pero un beso dura más segundos que la muerte.
En las almohadas soñamos con ser quien no podemos.
En el puño tengo cristales, la mitad de un corazón que se me escapa y la risa
tiene más eco que el llanto.